EL HIERRO ¿ALIADO O ENEMIGO?

Normalmente se habla del hierro para destacar su importancia en el mantenimiento de la energía y de la vitalidad. Los síntomas del hierro bajo o de la anemia ferro pénica son numerosos, y si al principio no son muy aparatosos, sí que te hacen sentir más cansado, y que tus músculos no reciben el suficiente oxígeno.

También notas que estás más irritable porque tus neuronas no comunican bien, te sientes triste, con mayor predisposición a la depresión, al desequilibrio.

Otro síntoma de déficit de hierro se nota en la pie, que se vuelve mucho más pálida, mientras que los pelos y las uñas se vuelven ásperos y quebradizos, ya que no llega suficiente oxígeno al folículo piloso.

Igualmente puede haber dolor de cabeza, por falta de oxígeno neuronal, incluso taquicardias y palpitaciones también pueden ser consecuencia de una anemia sostenida.

Y, si eres propenso a sufrir infecciones, piensa que las células que se encargan de defenderte necesitan mucho hierro para su funcionamiento.

Esta situación la podemos revertir utilizando un suplemento de hierro que no produzca complicaciones gastrointestinales, para lo cual ha de incluir bisglicinato de hierro o hierro quelado.  En sus formas habituales, los minerales son difícilmente absorbibles por el intestino y, en este sentido, son también recomendables estas formas con bisglicinatos en las que los minerales están ligados a aminoácidos para producir quelatos orgánicos.

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